
Aquellos que me conocen ya lo saben pero, para aquellos que todavía no me conocen tan bien, les voy a compartir un fun fact sobre mi: soy muy fan de estar en mi casa... pero muy fan. Soy tan fan de estar en mi casa que hasta tengo un outfit específico para estar en mi casa: unos pants negros (en short) y una t-shirt negra que creo era de mi hermana (porque es muy cortita y ando enseñando las carnes a cada rato). Y para el invierno gélido de Madrid también tengo un outfit específico para estar en casa: un onesie con capucha, que también es negro.
Me encanta estar en mi casa. Me encanta sentarme a trabajar en mi tienda y diseñar nuevos prints y productos; me encanta sentarme con mi bote de helado a ver a las Housewives pelearse por estupideces. Me encanta sentarme a buscar nuevas ideas para crear el contenido de mis redes sociales, o hasta de este mismo blog (aunque todavía no hayan visto nada 😉). Amo estar en mi casa, pero no estaba consciente de todo lo que me estaba frenando el pasar tanto tiempo en mi casa.
Hace unas semanas, uno de mis amigos estaba organizando una salida de fiesta porque venía uno de sus amigos de México. Y en cuanto vi el mensaje en el grupo de Whatsapp, empecé a desempolvar mis excusas favoritas en mi cabeza: "no soy tan fan de ese antro", "el fin pasado gasté muchísimo", "no se si es gripa o es Covid"... las de cajón. Como ya era tarde, y estaba metidísimo en mis Housewives, no contesté al momento y decidí consultarlo con la almohada. Podrán imaginarse mi shock cuando, a la mañana siguiente, mi respuesta fue: "Jalo".
Mi respuesta me sorprendió bastante pero la de mis amigos me sorprendió más: "¿Si vienes? OMG", "¿Porque el fin que no voy a estar es el que decides salir?", "¿Y ese milagro?"... Mi primera reacción fue que esta bola de culeros estaban tirándose al piso y dándose cuerda unos a otros. Pero, después de darle unas cuantas vueltas, me di cuenta que llevaba sin salir de fiesta con ellos más de mes y medio.
Seis semanas me pasé en la comodidad de mi casa, saliendo al super y al gym. Seis semanas en las que dije que "no" a 14 planes diferentes. Seis semanas en las que, además de todo, tuve el descaro de quejarme de lo difícil que es conocer gente cuando llegas a vivir a un país nuevo.
Me encantaría decir que todo esto coincidió mágicamente con el momento en el que estaba leyendo "Year of Yes", de Shonda Rhimes, porque creo que le daría un toque místico a la historia, pero no (lo leí a mediados del año pasado). No les quiero quemar el libro, porque vale mucho la pena así que les dejo aquí el link de Scribd donde pueden leerlo (y aquí les regalo 60 días gratis de esta súper app), pero algo similar le pasó a Shonda: su hermana le dijo que siempre decía que no a las cosas y esto la hizo recapacitar y la llevó a tomar la decisión de empezar a decir que sí. Cuando leí el libro, me pareció una idea súper interesante y me plantee la idea de hacerlo... y se quedó en idea.
Empecé a darle vueltas al asunto y me puse a pensar en todas las oportunidades que he dejado pasar, ya sea por que me dan miedo o porque me dan hueva o porque no me siento lo suficientemente bueno o capaz. Me puse a pensar en todas las veces en las que no le hablé a esa persona que me gusta, en todos los currículums que no mandé, en todas las ideas de negocio que se quedaron en ideas; en todos los planes a los que dije que no y que hoy cuentan historias increíbles de esas noches.
Me tomó un ratito ser honesto conmigo pero, cuando por fin lo hice, me di cuenta que la razón principal por la que no hice las cosas fue por miedo: miedo al rechazo, miedo a descubrir la verdad, miedo a la soledad (shocking), miedo a descubrir que no soy suficiente y miedo también de descubrir que si soy suficiente. A esto, le sumé que también reconocí que no estoy en donde me gustaría estar. He dado tantas vueltas equivocadas (por el mismo miedo) y hay otras vueltas que no me he atrevido a dar que hoy no estoy dónde me gustaría estar (ni dónde se que puedo estar) y no veo un mejor momento para cambiar eso que este.
Por eso mismo es que tomé la decisión de hacer mi propio "Year Of Yes". La idea es dedicar todo el próximo año a decir que "si"; decir "si" a las cosas que me dan miedo, a ser vulnerable y a exponerme, a tomar decisiones más saludables, a sentir y a dejar ir, a perdonar. Decir que "si" a las nuevas oportunidades, nuevos proyectos, nuevas personas... Como en todo, habrá excepciones y situaciones en las que no se tiene que decir que "si": cuando sea algo que me pone en riesgo (o a otros), cuando sea algo ilegal, y a situaciones en las que se quieran pasar de listos conmigo, así que a nadie se le ocurra pedirme un millón de dólares. 🤐
Quiero aprovechar este espacio dentro del blog para poder compartir con ustedes los aprendizajes y las experiencias, todas las cosas buenas, malas, difíciles y complicadas que salgan de este experimento. Mi plan es compartir un poco los avances, cada dos semanas aproximadamente, pero creo que dependerá mucho de como vaya surgiendo orgánicamente el proyecto.
No se que esperar de este proyecto, honestamente, pero confío en que todo será para ayudarme a convertirme en quien quiero ser. Sino, pues habrá sido un año incómodo e interesante, del cual saldrán muchas historias que contar. Por lo pronto, ya tengo mi primer "si", pero tendrán que esperarse un poco más para que les cuente (porque primero tengo que hacerlo).
Nos estamos leyendo 💙